Sin reflejo


Perdona mi amor, hay días en los que no quiero sentirme viva. 
Me escondo debajo de las sábanas y dejo que los angelitos del cielo me cuenten historias bonitas. Sueño contigo, que todavía me querías, y sueño con mis amigas cuando las veía y sueño también que las nubes saben a algodón de azúcar.
Entonces despierto, y me doy cuenta de cuánto me pesan los huesos -y el alma-, de cómo de sucio tengo el pelo, de cuánto hace que no me lavo los dientes. Cada mañana se refleja en el espejo una versión nueva y más vieja que la anterior. No la reconozco, cada realidad se me aparece diferente, mezclada siempre con los sueños y la imaginación.
Cuando salgo por la calle, veo las aceras sucias y mal asfaltadas, los árboles enfermos, un patuco perdido. La gente sonríe con los dientes torcidos; tiene la cara arrugada, las cejas sin depilar, los labios quemados y las orejas sin lavar. Hay madres que lloran, bebés que ya no. Los chicos matan por amor, las chicas aman para morir. El olvido te devora vivo si ya no hay quién te quiera.
Esta es la realidad que no puede ser reflejada en ningún espejo; 
de ahí vengo huyendo todo este tiempo. 
Perdona mi amor, hay días en los que quiero sentirme viva, pero no puedo.     

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